El blog de Ryôga - Diario de un explorador del s. XXI

lunes, abril 24, 2006

Qué mono eres...

El filósofo Simone de Beauvoir decía que "lo más escandaloso del escándalo es que uno acaba acostumbrándose a él". Y lo cierto es que tras leer esta noticia he tenido que reunir toda mi voluntad para evitar bostezar y dejarlo correr como todas las demás estupideces que inundan nuestra sociedad -llena de mensajes escandalosos pero totalmente vacíos de contenidos, igual que las cabezas de muchos de sus miembros-.

Pues resulta que cierto grupo parlamentario que está en el gobierno de España va a presentar en el congreso un proyecto que reclama "derechos humanos para los simios" (sí, yo también pensé que era el día de las inocentadas, pero no). Parece ser que, dado que los humanos compartimos más del 95% de los genes con los gorilas, chimpancés y orangutanes, éstos deben ser incluídos en la categoría de personas y así gozar de los mismos derechos.

Desde luego cabe pensar que con estas propuestas hay alguien por ahí que tiene más de orangután que de humano racional, pero eso no parece ser suficiente justificación para tomarnos en serio semejante disparate. O sea que debemos equiparar a los monos "con los menores de edad o los discapacitados de nuestra especie". Me gustaría ver a uno de estos iluminados diciéndole a la cara a unos padres que su hijo deficiente va a tener los mismos derechos que un chimpancé, a ver si tendría cojones o se le caía la cara de vergüenza (o de las hostias que le iban a dar los padres).

Es curioso ver como esta gente se preocupa hasta límites casi conmovedores de los derechos de los monos, de los de los toros, de los de las ballenas y hasta de los de los saltamontes. Sin embargo luego van y se olvidan de los derechos de los no nacidos, de los enfermos terminales, de los inmigrantes que huyen de sus países en una balsa, de los que viven bajo el yugo de dictaduras bananeras, de quienes desean una educación de calidad para sus hijos o de las víctimas de atentados terroristas. Y es que es lo que tiene el controlar una sociedad anestesiada que solo busca tener la conciencia tranquila, que al final algunos se acaban creyendo con la autoridad de decidir quién tiene derechos y quiénes no cuentan una mierda, según les convenga.

Por mi parte me surge una duda tremenda: los humanos compartimos el 90% del genoma con la rata de agua. Siguiendo el mismo razonamiento, me pregunto si dentro de un tiempo no veremos a la gente ir a la carcel por vender matarratas en las tiendas. Todo es posible, con el dinero público nunca hay límites para hacer el payaso.